Aitona celebró el domingo 8 de noviembre una ceremonia de acción de gracias por la beatificación de Josep Camí Camí, ejecutado por motivos religiosos durante la Guerra Civil y beatificado el pasado mes de octubre en Santander.

La Iglesia Parroquial de Aitona acogió por la mañana una misa solemne de acción de gracias por la beatificación de este padre natural del municipio del Baix Segrià, que fue asesinado en 1936, en plena Guerra Civil, en represalia por sus convicciones religiosas.

Padre Camí nació en 1907 en Aitona, en cal Povo. Hijo de Josep Camí Senan y Magdalena Camí Esteve, tenía cinco hermanos más: Cayetano, Josefa, Pere, Roseta y María. Era un joven ejemplar por su vida y costumbres, de comunión diaria y de confesión semanal, considerado como un perfecto seminarista.

Fue ordenado sacerdote con 23 años y el 14 de junio de 1930, celebró su primera misa en la parroquia de Sant Antolí de Aitona.

Empezó su servicio pastoral como padre de la población de Adons (que actualmente pertenece al municipio del Pont de Suert) y después cambió de destino como coadjutor del pueblo de Juneda. Aquí, fundó un grupo de miembros de la Federación de Jóvenes Católicos de Cataluña y también una sección de teatro y coro que cantaba en la Iglesia.

Solicitó el ingreso en la Abadía de Viaceli, ubicada a Cóbreces (Santander). Se trataba de un monasterio cisterciense, orden a la cual pertenecieron el gran San Bernardo, de quien el padre Camí era muy devoto, así como de la Virgen. Él afirmaba que le gustaba el monasterio porque era más apto para la oración, el silencio, el aislamiento, que estaba alejado de los parientes, amigos y visitas que lo pudieran distraer de su vida espiritual, y sobre todo, por la solemnidad con que se celebraba la liturgia y otros actos de la comunidad.

Estalló la Guerra Civil y el holocausto de las persecuciones. No hizo ningún caso, de las advertencias de no tocar a Misa y del aviso que recibió de que aquella noche lo irían a buscar. Le ofrecieron alojarse en una torre para esconderse y lo rehusó.

Tampoco tuvo en cuenta los consejos de no vestirse de cura però rehusó y contestó: “Muchas gracias. Si alguna vez os enteráis de que me han matado, podéis estar seguros que lo harán con la sotana puesta”.

El comité de Aitona le fue a buscar a su casa sin que él opusiera ningún tipo de resistencia. Fue golpeado a golpes de culata de fusil y lo ataron a un coche que lo arrastró hasta Alcarràs. Fue abatido a disparos y posteriormente atropellado varias veces por un coche que pasó por encima de su cuerpo. Murió el día 28 de julio del año 1936, con 28 años.

Días antes había alertado a sus familiares más cercanos diciéndolos: “Si me matan, una cosa os pido, que los perdonéis de todo corazón. Si me queréis, demostrádmelo perdonándolos de verdad”.

Su trágica muerte llevó a la Iglesia a beatificarlo, junto con otros 17 mártires más de la orden cisterciense, en una ceremonia a la Catedral de Santander celebrada a principios de octubre y seguida por más 4.000 personas.

Con la celebración del día 8, Aitona quiso rendir su particular homenaje a uno de sus hijos más ilustres, rubricando la reciente beatificación de padre Camí con una misa en la tierra que le vio nacer.

Oficiada por el obispo de Lleida, Mons. Salvador Giménez, la ceremonia tuvo un carácter muy sentido y contó con la presencia de decenas de vecinos, algunos de los cuales ya se habían desplazado en Santander en octubre, para seguir en directo la beatificación.

Entre las autoridades que asistieron a la ceremonia estaban el vicepresidente del Consell Comarcal del Segrià, David Masot, y el presidente del Consell Comarcal de las Garrigues y alcalde de Juneda, Antoni Villas.

Rosa Pujol, alcaldesa de Aitona, concluyó la ceremonia con unas emotivas palabras de reivindicación de la figura de Josep Camí como "símbolo y fuente de inspiración", valorando su creencia en "el amor, la fraternidad, la paz y la ayuda de los demás" como fórmula de concordia y "de construcción de sociedades más inclusivas y tolerantes".