El pasado viernes 9 de marzo, y el sábado 10 de marzo, se celebró, en la Sala de Juntas del Edificio del Rectorado de la Universidad de Lleida, el Seminario del Atrio de los Gentiles dedicado a la figura de Màrius Torres. Este Seminario está organizado conjuntamente por el IREL, la Fundación Joan Maragall, el IEI y la Universidad de Lleida, y las ponencias de este año han estado a cargo de Salvador Escudé y Maria Paz Cornadó. 

El Seminario trató el modelo humano de Màrius Torres y su poesía lírica, ejemplo de su capacidad de transformar el dolor en alegría y en una poesía de alta calidad y gran profundidad religiosa. Se remarcó que su vida tan sensible y su peripecia vital son modelos de fortaleza moral y de coraje por la manera de reaccionar ante un destino avasallador, de esta fortaleza necesaria ante situaciones cercanas al dolor y la muerte.

También sirven de modelo sus actitudes sociales y políticas, su delicadeza y ternura con los amigos y la familia y su espiritualidad profunda y universal y, sobre todo, su vivir esperanzado.

 

 

 

Después se habló de los ámbitos temáticos externos al poeta y las interpelaciones constantes, a la naturaleza, la música y las demás artes. Se insistió, en la música (la más abstracta y espiritual de todas las artes) que hace de correlato de los diferentes estados de ánimo del poeta y  motivo de reflexión, y en la naturaleza -por él, una obra de arte perfecta, variada y que aparece en casi todos los poemas-, con idéntica función de metáfora de las situaciones anímicas, ya sea con la naturaleza contemplada en el sanatorio como la naturaleza evocada del "paraíso perdido" de la infancia leridana.

A continuación se analizó el tema del amor en Màrius Torres, especialmente el dirigido a Mercè Figueras, la Mahalta de sus versos, y el tema del dolor. En síntesis, encontramos en él un triple dolor: personal (la tuberculosis) anímico (el dolor del ciudadano, del catalán que ve el país conmocionado por la violencia de la guerra) y el dolor social (la caída de la "ciudad de ideales "republicanos y el auge de los fascismos en España y Europa). La frase de "Por el dolor, la joya" es el lema que cogió de la Novena sinfonía de Beethoven, que expresa su alegría, como resultado de la superación del dolor.

Por último, se presentó y debatió sobre su poesía religiosa. Su búsqueda espiritual comienza a partir de 1936, con la enfermedad, ya partir de ahora, el sentido de trascendencia planeará sobre mucha de la poesía de Màrius Torres: en la naturaleza -lo efímero de las nubes, el diálogo con la noche.- en la música -quizás la mejor metáfora de transcendència-, en el amor hacia Mahalta -el deseo de unión cósmica- o en la poesía cívica.

Hay una trascendencia divina presentida y afirmada desde los anhelos más profundos y ciertos del alma del poeta. Y mucho más desde 1939 en que, a pesar de las decepciones vitales, encontramos en los poemas un proceso religioso "ascendente" y un deseo de querer "existir más allá de las formas".

El poeta nos refleja un Dios silencioso pero no callado, un Dios misterioso -que no podemos definir totalmente porque es más allá de nuestras palabras- y un Dios que se encuentra en todas partes, pero que es en la intimidad del alma, en nuestro Templo interno, donde hace estancia permanente: el más allá es más adentro.

Se pregunta sobre el Sentido, con mayúscula, y sus respuestas, más que a un credo concreto, son la esencia -y metàfores- de un credo universal religioso, válido de una manera intemporal. Como conclusión se dijo que practicó la moral de amor al prójimo y de búsqueda del bien y de los sentimientos de humanidad y pureza en que fue educado y desde la profundidad demostró las "confluencias religiosas" de la persona: que todos estamos hechos del mismo "barro divino", de un fondo religioso común a los peregrinos que no se quedan en el umbral de ningún templo.