Nuestra pequeña comunidad Pascual este año vuelve a estar de enhorabuena. La Pascua Familiar cumple 18 años, ya hemos llegado a nuestra mayoría de edad. 

Un grupo de familias hace años que organizamos una Pascua Familiar. Los últimos años animados desde la Delegación de Familia y Vida de nuestra Diócesis.

Adaptándose a los nuevos tiempos y realidades esta Pascua ha tenido un formato diferente. Esta vez hemos combinado y compartido celebraciones con nuestra comunidad parroquial y al mismo tiempo hemos hecho un "receso" de día y medio donde de manera más íntima y reflexiva hemos podido meditar y orar juntos.

Vamos comprobando que nuestra corta y pequeña historia es hoy también signo de una nueva esperanza de que año a año nos ayuda a renovarnos.

La PASCUA es una parada en el camino. El hecho de poder estar y participar es todo un regalo que Jesús nos ofrece. Nos permite sentirnos unos y otros más cercanos. Cada uno viene con su propia realidad y su propia cruz, pero aquí todos estamos juntos y somos "Uno con Todos". Vivimos con naturalidad la acogida y las relaciones entre nosotros. Se nos hace fácil estar aquí porque estamos unidos en Cristo.

La vivencia pascual nos invita a ser lanzaderas de paz, solidaridad, concordia, a sembrar la buena noticia en nuestro entorno desde nuestra cotidianidad. El Espíritu pascual nos recarga las baterías, nos ayuda a renacer porque - de Pascuas a Ramos- damos este fruto contagioso que es tu palabra. Nos hacemos testigos de tu resurrección.

Este año como "signo" de Comunidad llevamos cada uno de nosotros una foto, posteriormente de manera aleatoria, todos nos fuimos con la foto de otro con la idea de poder orar especialmente por esa persona hasta Pentecostés, donde volveremos a encontrarnos para celebrar una eucaristía de acción de gracias.

Por todo ello, queremos darte Jesús las gracias y seguimos pidiéndote tu ayuda para poder llevar tu bendición a todos aquellos que estén dispuestos a acogerla. Vivir esta experiencia nos hace más "hermanos" en la fe.