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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
Autoria
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Fecha publicación: 
Vie, 12/11/2015
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El título de esta glosa contiene varios puntos de atención. Por una parte se refiere a la enseñanza de la religión católica en la escuela; también a las instituciones educativas con un carácter confesional en su planteamiento general; incluso cabría englobar a todos aquellos profesionales de la educación que, en coherencia con su fe, ofrecen un auténtico testimonio de seguidores de Jesucristo en cualquiera de las redes de enseñanza que existen en nuestra sociedad. 

El espacio de la glosa es corto para un tema con tantos componentes y tan variado tratamiento, pero de suma importancia para todos. Por supuesto también muy querido por la Iglesia que durante la historia ha dedicado muchas vidas de sus miembros a la enseñanza en los distintos niveles, desde la creación de las universidades y la conservación y transmisión de la cultura clásica en los monasterios hasta la preocupación actual por las innovaciones educativas y la atención a los más necesitados de nuestra sociedad. Y lo ha hecho con la aportación de recursos materiales que muchos colaboradores ponían en sus manos en cualquier lugar del mundo. En nuestras tierras con un fuerte y antiguo arraigo cristiano y en países lejanos con la construcción de templos y escuelas.

No es momento de mostrar orgullo por tanta dedicación. Tampoco es mi pretensión alentar la polémica entre las diversas visiones educativas y contenidos curriculares. Sólo quiero agradecer el trabajo realizado hasta ahora por todos (desde los que trabajan en centros públicos hasta los máximos responsables de centros católicos), la petición de una atención justa y normalizada para todos aquellos que, desde su libertad como ciudadanos en una sociedad abierta y plural, expresan su opción por una enseñanza de acuerdo con sus convicciones religiosas. Además de la solicitud de un sincero y profundo respeto por parte de quienes no aceptan o llegan hasta la burla de la religión como componente básico del ser humano y su consiguiente potencial educativo. Podemos decir con mucha claridad que nuestra fe es razonable, es transmisible en la escuela junto a los saberes y forma parte de la educación integral del ser humano que tantos beneficios ha reportado al conjunto de la humanidad. No haría falta recurrir a la aplicación de los derechos humanos, al cumplimiento de las normas básicas de la legislación o a la respuesta que se debe dar a padres y alumnos con una determinada opción fundamental de vida. Se trataría de utilizar el sentido común para una sana convivencia, el aprecio por unas raíces culturales que han dado sentido a nuestro mundo actual y por el reconocimiento de la solidaridad mostrada por los creyentes que, desde el seguimiento de Jesucristo les lleva a una absoluta preocupación por sus semejantes. Sin miedos ni frustraciones, con confianza en el ser humano y con la alegría esperanzada de mejorar nuestro mundo con el estilo evangélico.

A mitad de curso, con la tranquilidad de quien lo tiene todo organizado, sin el cansancio ni los nervios del final, os propongo esta reflexión para que compartáis conmigo el reconocimiento y la gratitud hacia todos los que hacen posible que nuestra sociedad mantenga viva esta enseñanza y para que nuestra escuela haga posible la vinculación de la fe con la cultura.

A los padres o, en su caso, a los alumnos les animo a la opción por la Enseñanza Religiosa Escolar. Tendréis ante vuestros ojos una realidad nueva y responderá a vuestra pretensión de coherencia entre la vida y la fe. A los profesores de religión les aconsejo una continuada preparación para que respondan a las expectativas que la Iglesia ha depositado en ellos y sean unos buenos profesionales y unos auténticos testigos de su fe. A los responsables y empleados de los colegios católicos les exhorto a trabajar sin descanso por hacer realidad una comunidad educativa en la que las palabras y los gestos del Señor sean el centro del desarrollo personal de todos. Al personal de los centros públicos les pido colaboración para que todos se sientan a gusto con el exquisito cumplimiento de las normas. A las comunidades parroquiales les solicito que arropen, ayuden y valoren positivamente esta fundamental realidad de la enseñanza.  

+Salvador Giménez

Obispo de Lleida