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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
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Fecha publicación: 
Vie, 03/09/2018

Ahora ya no se extraña nadie cuando ven a un laico distribuir la comunión en la parroquia durante la celebración de la Eucaristía. Tampoco cuando en sus domicilios o en los hospitales tienen algún enfermo, discapacidad o anciano, que no puede salir de casa, los visita un miembro del equipo de pastoral de la salud de la parroquia para llevarles la comunión. Cuando se generalizó este ministerio, hace ya bastantes años, sí que hubo más de una sorpresa. A estas alturas abunda la gratitud por parte de rectores, enfermos y familiares para este servicio que prestan algunas personas a indicación del responsable parroquial con nombramiento del obispo.

Vamos por partes en la explicación de este servicio tan agradecido y participado fundamentalmente por laicos y religiosas.

Dice el Concilio Vaticano II: "Los laicos, congregados en el pueblo de Dios..., están llamados... a contribuir al crecimiento de la Iglesia y a su continua santificación" (LG 33). Todos los bautizados son responsables de vivir con coherencia su fe y de dar a conocer a los demás a Jesucristo. Esto es un ministerio o un servicio que beneficia a toda la comunidad cristiana. Recordemos los oficios y ministerios que hay en la Iglesia en torno a la celebración de la Misa: el obispo, el presbítero, el diácono, los cantores, los acólitos, los lectores, el salmista, el ministro extraordinario de la Comunión, el comentarista, el recepcionista... No mencionamos en este momento los oficios de la Palabra y de la Caridad, que son muchos y bien valorados. Lo repetimos una vez más lo que todos ya sabéis: que todo ministerio en la comunidad entiende como servicio, no como un privilegio de poder; es una manifestación del regalo de Dios, del carisma recibido y desarrollado por cada persona o institución, en bien de los otros. Y esto mismo se debe notar en todo, en los sentimientos, en las palabras, en las actitudes, en los hechos... No hay excepciones en esta regla de oro. Nos compromete a todos los que tenemos un ministerio.

Concretamos la generalización en el caso que nos ocupa, los ministros "extraordinarios" de la comunión. Son aquellos hombres o mujeres que han sido propuestos y nombrados individualmente para ejercer este ministerio en una comunidad concreta, para una ocasión determinada, o bien para un tiempo señalado o incluso de forma permanente. Hablamos utilizando la palabra extraordinario porque es ejercido ante la falta de presbítero (o solicitado por el mismo), de diácono o de acólito instituido.

Quedan perfectamente reguladas las competencias de los referidos ministros o servidores. Lo explicaremos esto mismo en otro momento. También pedimos unas condiciones y actitudes personales determinadas, responsabilidad, dignidad, distinguidos por su vida cristiana, su fe y sus buenas costumbres, seriedad y constancia en el compromiso cristiano, una profunda piedad litúrgica y una devoción y respeto al Sacramento del Altar. Y el obispado mantiene el compromiso de preocuparse por su formación, bíblica, teológica, litúrgica y pastoral.

En nuestra diócesis este ministerio se había dado temporalmente. Pero algunos no lo habían renovado nunca. Este es el motivo de la convocatoria que hace unas días anunciamos a los rectores de las parroquias donde ejercían los respectivos ministros de la comunión.

Deseo encontrarme con todos aquellos que tienen un nombramiento firmado por algún obispo anterior o por mí mismo. Oraremos todos juntos, tendremos un rato de formación y explicaremos de nuevo las competencias y el itinerario de formación. Será el próximo sábado, 17 de marzo, a las 10 horas, en la Academia Mariana. Queremos terminar a las 12.30 h. Os espero a todos. Os agradezco, y también toda la diócesis, la tarea vuestra en los últimos años.

                                                             +Salvador Giménez, obispo de Lleida.