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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
Producció
Fecha publicación: 
Vie, 01/05/2018

Con la fiesta de los Reyes Magos termina el ciclo del ambiente popular navideño. La celebración del nacimiento de Jesús y la adoración que unos personajes extranjeros realizan ante el pesebre, ofreciendo unos regalos al recién nacido, son el principio y el final de un tiempo donde los más pequeños de nuestras familias centran nuestras miradas y nuestras atenciones. Con las escuelas cerradas, los niños pasan su tiempo en casa y con la familia. En algunos momentos salen a la calle con los amigos pero fundamentalmente son los padres, abuelos y resto de parientes los encargados de acompañarles y de distraerles.

Al ver los rostros de los niños durante estos días mirando los escaparates, participando de las fiestas o recibiendo los regalos recordaba mi propia infancia y el crecimiento en sus diversas dimensiones. Además hacía un rápido recorrido mental de gratitud hacia todas las personas que me acompañaron y fueron responsables, en las diversas etapas de la vida, de mi desarrollo personal. Los padres y los familiares más cercanos, en primer lugar, pero de inmediato recuerdo y agradezco los desvelos de catequistas, religiosas franciscanas, con las primeras letras, maestros de las escuelas, monitores, en los campamentos de verano, vecinos y padres de la pandilla de amigos, sacerdotes de la parroquia, profesores y formadores del Seminario… y tantas personas que me ayudaron a entrar en la edad adulta y a tomar las propias decisiones para fortalecer la personalidad y para servir a los demás devolviendo parte de lo que había recibido.

Es la cadena humana del tiempo: recibimos de unas personas concretas y damos a personas distintas. Es el gran misterio del regalo. Os sugiero hoy una pequeña reflexión sobre los niños. Los vuestros y los de todos aquellos que os encontráis a lo largo de la vida y a los que podéis influir con vuestras palabras y acciones. Tenemos una gran responsabilidad sobre la educación que esta sociedad les ofrece y garantiza. Se suele decir que un grupo social es examinado por el trato que da a los niños y a los ancianos que, en definitiva, son los más vulnerables y quienes más ayuda necesitan.

En primer lugar, reconocer por parte de todos, empezando por la familia, la fundamental importancia de esta primera etapa de la vida y su educación integral. Que los niños y niñas no se sientan llenos por los objetos regalados sino por la atención y el cariño, en todos los órdenes, que les proporcionáis. Es preferible conservar y aumentar las muestras de afecto que complacer sus gustos con juguetes y cosas, muchas veces inservibles. Trabajemos por la permanencia de las virtudes en sus corazones ayudando a descubrir los valores que conforman un mundo más justo y fraterno. En segundo lugar, agradecer a tantas personas que colaboran en la educación infantil y juvenil. Muchos de ellos gastan su vida en esta noble tarea

Se agotan en ese cometido recibiendo a cambio gratificaciones simbólicas o compensaciones minúsculas. Es admirable la dedicación de tantos profesionales y voluntarios a la educación. En tercer lugar, constatar los puntos negros en el ámbito educativo, que últimamente aparecen con mucha publicidad en los medios de comunicación y que tanto dañan a niños y adultos.

Estamos obligados a situarnos en la lucha por evitar acosos, desprecios, injusticias, discriminaciones y toda clase de maldades. Contribuyamos a crear felicidad a nuestro alrededor y respeto por la dignidad de todos; es una consecuencia clara de nuestra condición de seguidores del Señor Jesús.

† Salvador Giménez Valls

Obispo de Lleida