Recordáis la información que contenía la glosa de la semana pasada sobre la Asamblea que celebró nuestra diócesis. Me pareció una obligación mía que tuvierais conocimiento de lo que tratamos y de lo que pretendíamos para pedir la colaboración de todos y llegáramos a servir mejor a nuestra Iglesia y a la sociedad en la que vivimos.
La ponencia que un servidor pronunció tenía como punto de partida explicar la razón de la convocatoria y delimitar el marco espacial y temporal. Parece una buena razón el inicio del ministerio de un obispo en una diócesis determinada, en este caso, hablamos sólo de Lleida.
Respecto a la línea temporal reconocemos el inmenso trabajo de los tres niveles de concreción eclesial después del evento del Concilio Vaticano II, del que hemos celebrado el 50 aniversario de su clausura y del que quedan muchas intuiciones y orientaciones para aplicar.
El nivel universal con el pontificado del papa Francisco y con su propuesta programática que contiene el Exhortación Apostólica postsinodal Evangelii Gaudium. A parte de sus escritos, no podemos olvidar sus palabras y sus gestos que son un fuerte impulso para todos los cristianos.
El nivel interdiocesano con el Plan Pastoral de la Conferencia Episcopal Española para el cuatrienio 2016-2020 y que lleva como título ‘Iglesia en misión al Servicio de Nuestro Pueblo’ y también las resoluciones y el mensaje del Concilio Provincial Tarraconense (1995) que nos permitió vincular estrechamente nuestras raíces culturales con el Evangelio y se amplía con dos documentos de los obispos de la Tarraconense titulados "Al Servicio de nuestro pueblo" (2011) y también "Transmitir el tesoro de la fe" (2013).
Y finalmente el nivel diocesano con las aportaciones que todos vosotros en la Asamblea del año pasado fijasteis en el documento-informe 'Iglesia de Lleida, qué dices de ti misma?'. Aquí están recogidas las realizaciones y aspiraciones de nuestra Diócesis en los últimos años y que de ninguna manera pueden olvidarse.
Nuestra memoria es acumulativa y nos permite sacar partido. Nos sirve de mucho, y agradecemos, todo lo que hicieron nuestros antepasados. Tanto los lejanos en el tiempo, que vivieron en siglos anteriores, como las personas que recientemente habéis colaborado con el obispo Piris y muchos estáis participando ahora con un nuevo pastor. Personalmente també os lo agradezco. Sois conscientes de que esto, la memoria y la reflexión actual, son una tarea de todos; la responsabilidad es compartida.
En este momento nuestra obligación se centra en eliminar lo que, después de un análisis, no responde a la tarea evangelizadora actual y aprovechar la sabiduría que está contenida en propuestas evangélicas y es permanente al paso de los años. Da pleno sentido a la existencia y es fuente de felicidad para muchos.
Se explicaba después qué significa evangelizar y se describía un breve análisis de la sociedad actual para señalar los retos y los signos de esperanza que se manifiestan para dicha misión. Posteriormente se aludía a las personas, obispo, sacerdotes, religiosos y laicos que debían llevar a cabo esta tarea y el doble movimiento que encierra la evangelización, desde la comunión y desde la misión.
Continuaremos con una tercera glosa.
+Salvador Giménez, obispo de Lleida