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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
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Fecha publicación: 
Vie, 01/08/2016
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Hablad con Dios. Hablad de Dios            

Hemos empezado con satisfacción y alegría el Año de la Misericordia. Tras las fiestas de Navidad las comunidades cristianas vuelven a la vida ordinaria del resto del año con un matiz especial para el actual centrado en la misericordia divina. Nos felicitamos por la solemne apertura el pasado día 13 en la catedral y nos recordamos, con el Nacimiento del Señor, la práctica de las obras de misericordia. En vuestras parroquias os han actualizado este tema y habéis visto a las puertas de los templos carteles alusivos a esta realidad. Todo os servirá para profundizar en vuestra vida cristiana y para ser auténticos testigos de Cristo en la acogida, en el trato y en las palabras y gestos con los demás. ¡Cuántas veces nos recriminan a los cristianos que no seguimos las huellas del Maestro! A pesar de todo nos esforzamos en conseguirlo en los distintos momentos de nuestra vida y para colaborar con la comunidad cristiana.

            A nivel personal tratamos de superar las debilidades y orientar nuestra existencia en el camino del bien. Comunitariamente elaboramos unas programaciones, participamos en las actividades, evaluamos los contenidos… y todo ello con la pretensión da vivir y presentar con mayor autenticidad el significado de la fe cristiana. La formación, la celebración y la caridad son los soportes que nos empujan a manifestar al mundo la felicidad que sentimos viviendo la misericordia de Dios.

            Desde siempre contamos con la lectura de la Palabra de Dios que nos enseña el modo de relacionarnos con Él y con nuestros semejantes. Es un filón que no se acaba nunca y que podemos volver una y otra vez a buscar orientación. En los últimos años hemos contado con los escritos del papa Francisco La alegría del Evangelio, Laudato si’ y El rostro de la misericordia para ayudarnos en ese mismo aprendizaje que no acaba nunca.

            Permitid que empiece el año dando dos consejos fundamentales que quiero aplicarlos  a mi vida de creyente y pastor de vuestra comunidad.

            Hablad siempre con Dios misericordioso. Que las múltiples actividades pastorales no nos hagan olvidar nunca los momentos de oración. Es fundamental que cada día dediquemos un tiempo para la conversación con Dios. En el silencio y en la escucha de sus indicaciones. Nada puede sustituir el encuentro personal con el Amigo, con el Maestro, con el Señor. Es una realidad que potencia, motiva y acompaña nuestra entrega a los hermanos. Sin ella pierde sentido o queda hueca la acción apostólica.

            Las relaciones humanas nos permiten a diario comunicar los sentimientos y los deseos a los demás. Para compartir, para ayudar, para crear fraternidad. Que en las palabras dirigidas a los demás cuente siempre Dios como fundamento y orientación de lo que hacemos. Que busquemos introducir en el corazón de los demás de forma explícita lo que hemos rezado en el silencio. Por ello de modo simultáneo al diálogo con Él, no nos cansemos nunca de hablar de Dios a todo el mundo. Que todos nos vean actuar sintiendo cerca la misericordia de Dios y expresarlo con autenticidad y amabilidad.

            Debemos hablar con Dios sin la sensación del agobio o la necesidad por las mil cosas que hacer y que requieren nuestra atención. Esto siempre primero. Hablamos de Él sin vergüenzas ni reparos. Hay mucha gente que espera eso de nosotros. Propiciad en los demás el encuentro con Dios del que vosotros disfrutáis y llena de sentido vuestra vida personal y comunitaria. Es un buen signo para este año que empieza ahora.

                                                                      +Salvador, obispo de Lleida