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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
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Fecha publicación: 
Vie, 03/25/2016
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                  En el Año de la Misericordia, ¡Feliz Pascua!

 Es la fiesta central del año para la Iglesia que exhibe la inmensa alegría por la Resurrección de Jesucristo y la profunda esperanza por el cumplimiento de las promesas de nuestra Redención. Hoy todo llama a la felicidad compartida y a la nueva vida que nos regala el Señor. Desde siempre lo hemos manifestado con un sinfín de celebraciones y costumbres populares que han llenado de colorido nuestro mundo. Pero los cristianos queremos profundizar en la alegría de la vida renovada que nos descubre Jesús con su Resurrección acentuando la dimensión personal. Es el Hijo de Dios, hecho hombre como nosotros, quien dialoga, acompaña y salva a los demás. De persona a persona. No es un fenómeno de la naturaleza en primavera o la eclosión de lo positivo expresado en sustantivos abstractos. Es Cristo que, al resucitar, vence a la muerte y nos marca el camino de una nueva vida para todos. Es un regalo y una tarea.

Una nueva vida basada en la verdad. Sin mentiras ni ocultaciones; sin engaños y con la transparencia del mensaje que Él ofreció en su predicación.

Una nueva vida basada en la bondad. Cristo venció la maldad y posibilitó que en el corazón del ser humano residan los sentimientos más bondadosos hacia los semejantes.

Una nueva vida basada en la belleza. La obra creada, la fe vivida y compartida, la fraternidad expresada en mil circunstancias distintas que llegan hasta gastar y entregar la propia vida por los demás ofrecen los caracteres más bellos de las relaciones del Señor con la humanidad.

Una vida nueva basada, especialmente este año, en la misericordia. Sustancial reflejo del amor de Dios al ser humano desde donde se construye el amor de unos para con otros.

Una vida basada en la generosidad. Cristo lo entrega todo. No pide nada a cambio. Es el exponente máximo de la gratuidad. Exijamos que nuestros actos estén llenos de generosidad, sobre todo con aquéllos que más los necesitan y no pueden devolver el favor.

Una nueva vida basada en el servicio. No tengamos miedo a ser los servidores de nuestros hermanos. Trabajemos por la dignidad de todo ser humano con la condición de quien camina por la tierra como un samaritano preocupado por las carencias ajenas.

Una nueva vida basada en la justicia y en la paz. No nos convirtamos en cómplices de las situaciones agresivas, explotadoras e injustas de nuestro mundo. Rebusquemos nuestros comportamientos indignos en nuestra propia realidad para eliminarlos. ¡Cuántas actitudes interesadas y egoístas están todavía en el corazón!

Una nueva vida basada en la esperanza. Todo lo que ha dicho y hecho el Señor es posible. Tenemos que huir del desánimo y de la negatividad. Si aceptamos la resurrección del Señor tenemos todas las posibilidades de crear una tierra nueva donde todos los hombres se reconozcan como hermanos porque son hijos de un mismo Padre.

Así nuestra vida estará plena de alegría y será capaz de contagiar la alegría al resto de la sociedad.

¡Feliz Pascua de Resurrección!

+Salvador Giménez

Obispo de Lleida