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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
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Fecha publicación: 
Vie, 12/29/2017

La Iglesia ha situado en este tiempo navideño la fiesta de la Sagrada Familia. Se suele celebrar el domingo siguiente a la Navidad. Todos sabéis que para los cristianos tiene mucha importancia el domingo, el Día de Señor. En este día, junto con todos los miembros de la familia, se participa en la celebración de la Eucaristía, dedicando la jornada al descanso y facilitando así el encuentro de los seres queridos, a través del diálogo y la cooperación en las distintas actividades lúdicas y culturales.

En nuestro entorno se vive con tanta intensidad el ambiente familiar que resulta muy coherente esta fiesta cristiana. Las figuras de Jesús, María y José, formando un conjunto con expresión de afecto mutuo y de dedicación al trabajo doméstico o a la carpintería, con el padre y la madre rodeando al Niño «que iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él» (Lc 2,40), son un perfecto modelo para nuestras familias y una constante intercesión para fomentar y promover unas relaciones humanas más cercanas y fraternas.

Varias veces en estos dos años he aludido por diferentes motivos a la institución familiar. Han sido breves apuntes sobre la importancia de la familia, sobre la formación de los hijos o la obligación de los padres en la educación de la fe. No hemos olvidado la atención a los abuelos o, en general, a los mayores que necesitan de la ayuda de todos los miembros de la familia. En esta circunstancia siempre he unido el comentario referido a la institución con otro gran tema, el de la paz. Para su recuerdo y construcción responsable la Iglesia reserva el día 1 de enero.

Son dos grandes asuntos, la familia y la paz, que merecen un estudio más detallado y una atención más profunda. Me conformo con estas pocas líneas para invitaros a un mayor compromiso personal de colaboración para construir una familia unida, que vive, reza y participa en la paz cercana y en la global. En este último caso sugiero la lectura del mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz, que lleva como título «MIGRANTES Y REFUGIADOS: HOMBRES Y MUJERES QUE BUSCAN LA PAZ».

Desde la aspiración profunda de todas las personas y de todos los pueblos por buscar y conseguir la paz que anuncian los ángeles a los pastores en la Navidad, el Papa concreta su mensaje en los 250 millones de migrantes en el mundo, de los que 22 son refugiados. Para ellos pide un espíritu de misericordia y de acogida, sin magnificar los riesgos que ésta supone; analiza los diversos motivos de los voluntarios y forzados desplazamientos actuales para solici tar una mirada contemplativa que se alimenta de la sabiduría de la fe, y añade citas bíblicas que la enriquecen; es una mirada que sabe descubrir lo que los migrantes y refugiados traen consigo, una mirada que permite la aceptación mutua y la fraternidad de la única familia humana cuyo padre es Dios.

Como es habitual en sus mensajes, el papa Francisco nos ofrece cuatro palabras como piedras angulares para la acción: acoger, proteger, promover e integrar. Si somos capaces de conjugar bien los cuatro verbos estaremos en la línea que marca el correspondiente departamento de la Santa Sede, que manifiesta el interés de la Iglesia católica sobre los pactos mundiales de las Naciones Unidas para hacer realidad el «sueño» (de san Juan Pablo II) de un mundo en paz. Termina el mensaje pidiendo la intercesión de una santa, Francisca Javier Cabrini, que nació hace cien años y que consagró su vida al servicio de los migrantes.

† Salvador Giménez Valls

Obispo de Lleida