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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
Autoria
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Fecha publicación: 
Dom, 06/03/2018

El título de este comentario lo componen dos palabras en latín. Ambas son muy familiares a nuestros oídos, las hemos utilizado muchas veces. Muy pocos de nosotros han estudiado latín, pero aún así entendemos perfectamente el significado de las dos palabras. Los términos de Corpus i Cáritas están presentes en nuestra cultura y nuestras fiestas.

Las pronunciamos de modo consciente o como de paso refiriéndonos a la actitud que todo cristiano debe tener en sus relaciones con Dios y con sus hermanos. Me atrevo a exponer para vosotros el matiz cristiano de los dos términos, y también su aplicación para nuestra vida personal y comunitaria, que supone un compromiso expreso en el amplio seguimiento de Jesucristo en las celebraciones y en las actuaciones diarias. CORPUS significa cuerpo. Con otras acepciones: corpulencia, sustancia, elemento, persona, individuo. En el Nuevo Testamento, en Mt 26,26 el Se- ñor utiliza esta misma palabra para anunciarnos la institución de la Eucaristía, «Tomad, comed, este es mi cuerpo»; en Mc 14,22 «Tomad, este es mi cuerpo»; en Lc 22,19 «Este es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros».

También otros textos en las cartas de san Pablo tienen idéntico significado. Es el cuerpo de Cristo presentado bajo la especie de pan, para que lo comamos i nos alimentemos, nos identifiquemos con Él y experimentemos en plenitud la vida nueva que nos ha regalado. El pan y el vino, el Cuerpo y la Sangre del Señor constituyen la fuente y la cumbre de la vida cristiana. Es el misterio de nuestra fe que celebramos en la Eucaristía, donde el Señor se nos da como alimento y donde actualizamos el sacrificio redentor de Cristo en la cruz. Con tres palabras tratamos de resumir este sacramento: banquete, sacrificio, adoración.

La fiesta del Corpus contiene, como cada vez que celebramos la Eucaristía, las tres realidades, acentuando en este caso la adoración pública de Jesucristo en nuestras calles y plazas. CÁRITAS significa amor, afecto, ternura… con una acepción religiosa: amor divino, caridad cristiana. En el Nuevo Testamento aparece innumerables veces para recordarnos a todos el núcleo central de nuestras relaciones con Dios y con los hermanos. Os recuerdo algunas frases que contienen esta palabra: «le son perdonados sus muchos pecados porque ha amado mucho» y «el conocimiento engríe, mientras que el amor edifica» (1Cor 8,1); «si no tengo amor, nada soy» (1Cor 13,2); «la caridad no acaba nunca»; «buscad la caridad»; «que seáis todos del mismo sentir, con un mismo amor (Fl 2,2); «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros» (Jn 15,9); «que os améis como yo os he amado» (Jn 13,34); «Amarás al Se- ñor tu Dios… amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mc 12,31); «Que vuestra caridad sea sin fingimiento» (Rm 12,9).

En otras muchas ocasiones nos manda el Señor que tengamos una caridad, un amor sin límites. Va más allá que el simple consejo o exhortación. Es un mandamiento que llega hasta el amor a los enemigos. Es realmente sencillo vincular estas dos palabras y su significado. Sin ellas, Cuerpo de Cristo y Caridad, no podríamos entender nada de la salvación que trae el Señor para toda la humanidad ni el modo de relación que hemos de practicar para seguirle; ni dar sentido a nuestra vida, ni participar de su misma felicidad. En esta fiesta las unimos con fuerza y las presentamos al mundo con autenticidad, porqué el amor a los hermanos se fundamenta en el amor a Cristo .

† Salvador Giménez Valls Obispo de Lleida