La Catedral de Lleida acogió el domingo 14 de junio la festividad del Corpus Christi en una celebración bajo las medidas de seguridad que establecen las autoridades sanitarias a causa de la pandemia.

 

El Obispo de Lleida, Salvador Giménez, empezó su homilía diciendo que "hoy es un día de alegría por celebrar la eucaristía en la Catedral". A continuación tuvo un recuerdo "para las personas que han perdido la vida a causa de la pandemia en nuestra diócesis". "Nuestra celebración de hoy tiene una cosa extraña, hemos sido confinados, hemos tenido ausencia de culto, hay mucha oración por los difuntos y los enfermos y, a pesar de todo esto celebramos la solemnidad del Corpus Christi", dijo.

 

"Como seguidores de Cristo queremos darle las gracias por su presencia", añadió. Destacó que "hoy podemos decir con tranquilidad que la Eucaristía es la plenitud de la vida cristiana. Ella es el norte y el cimiento".

 

Continuó diciendo que "la pandemia es un signo de la vulnerabilidad del ser humano".

 

"En estos momentos de debilidad el ser humano tendrá que ir hacia Cristo, convertirse". El Obispo Salvador aseguró que en un momento en qué todo el mundo se pregunta qué cambiará después de la pandemia aseguró "que no sabemos qué cambiará, pero cambiará si miramos a Cristo".

 

"Si somos vulnerables necesitamos alguien tan fuerte, como Cristo", dijo. Comentando la segunda lectura del día indicó que "es importante que los cristianos podamos sentirnos acompañados de nuestros hermanos y que no nos dividamos en dos grupos los que adoran a Cristo y se olvidan de los hermanos y los que velan por los hermanos y se olvidan de Cristo".

 

A continuación, tuvo un recuerdo para la tarea de Cáritas Diocesana de Lleida y agradeció el trabajo de los voluntarios, los trabajadores y los responsables de la entidad. También recordó que todas las personas son objeto del amor de Dios como "los recién llegados, los inmigrantes, los temporeros".

 

Para acabar dio las gracias a los grupos de adoración eucarística por su oración.

 

Después de la Misa, tuvo lugar la procesión del Santísimo en el interior de la Catedral. Una vez en la puerta de la Catedral el Obispo Salvador bendijo la ciudad desde la puerta del templo.

 

En la ceremonia participaron unas 170 personas guardando las distancias de seguridad y con la mascarilla correspondiente. Un grupo de voluntarios indicó a los feligreses donde debían sentarse. La organización estableció que se alternaran bancos con tres personas y bancos con dos personas.

 

También, como corresponde en la Fiesta del Corpus, se celebró el Día de la Caridad. En lugar de la tradicional colecta en los bancos, a la salida del templo se instalaron dos mesas donde los fieles pudieron hacer sus aportaciones.