La hermana María Goretti Echaide Urrego, nacida en un pueblo de Guipúzcoa, es desde el pasado mes de marzo la nueva superiora de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Aitona y le hemos hecho una entrevista para que nos hable de su vocación y su pasado, muy vinculado a la formación de las Junioras (nombre que reciben las hermanas antes de que hagan los votos perpetuos).

1. ¿Cómo y cuándo le nació la vocación para hacerse Hermanita de los Ancianos Desamparados?
Cuando tenía 11 años vino a nuestra escuela un franciscano y nos llevó un tríptico con información de la casa que tienen las hermanitas a Tafalla. Aún recuerdo como era y cuando vi en la parte de en medio "ven y verás" supe que era el camino que quería seguir. Cuando llegué a casa le dije a mi madre y el 10 de agosto nos presentamos en la casa de Tafalla (Navarra) y en septiembre ya empecé el nuevo curso con ellas.
2. ¿Cómo recuerda los años de formación antes del la profesión perpetua?
En la casa de Tafalla éramos unas 50 jóvenes que queríamos ser como Santa Marta, queríamos servir a otros. A los 17 años fui a estudiar a Valencia y hice los votos en 1985, cuando tenía 20 años. A veces pienso que mi madre se fió de mí cuando le dije que quería ser monja. Es difícil de explicar pero sentí la llamada gracias a aquel díptico y ante la Virgen de los Desamparados de Valencia, cuando todavía era novicia, volví a sentir que "este es mi camino". Después estudié enfermería y también he hecho cursos de órgano. Damos mucha importancia a la música en nuestras celebraciones litúrgicas.
3. ¿Cuál es su carisma?
Servimos y asistimos a la gente mayor necesitada tanto a nivel material como espiritual y también de afecto. Por lo tanto tenemos que tener este don del servicio que el recibimos delante del Señor y ser fieles a los votos de pobreza, castidad y obediencia. Vivimos en una comunidad de hermanas y ya hace unos años que nos ayudan trabajadores debido a la falta de vocaciones.
4. ¿Cómo afronta el nuevo reto de la ser la superior de Aitona, pueblo natal de la fundadora?
Me siento muy acogida y privilegiada. Ha sido como volver a vivir la experiencia de los años que pasé en Llíria (Valencia) que es donde murió Santa Teresa Jornet. En Aitona nuestra fundadora decidió encender la llama y es la que nos vamos pasando las unas a las otras. También he aprendido a escuchar y dedico bastante tiempo a nuestros residentes que agradecen que estés por ellos. Me reconforta la fraternidad entre las hermanas y el hecho de sentirme acogida. La residencia es un referente del pueblo y también por sus vecinos.
5. Antes ha comentado que faltan vocaciones, ¿cuál puede ser la causa?
En general se vive menos la vida cristiana y por lo tanto primero hay que plantearse este hecho antes de pensar en las vocaciones tanto de vida consagrada como de sacerdotes. Además, las vocaciones también han bajado en América Latina, que tradicionalmente era una fuente de hermanas y también de vocaciones sacerdotales. Quizás va ligado a que las familias tienen menos hijos y por lo tanto los padres no pueden prescindir de él. Nosotros seguimos orando por las vocaciones. Primero debe haber un encuentro con el Señor que hay que ir renovando cada día ya que si no hay agua en la fuente, esta se seca.